Muy próximo a la presa del Molinar, en Villa de Ves, se ubica un túnel, que formaba parte de la infraestructura hidráulica de la asombrosa (y abandonada) central hidroeléctrica del Molinar. Esta zona de los cañones del río Júcar es un entorno aislado, difícil de alcanzar, entre pinares y sorprendentes paredes de piedra que alguna llega casi al centenar de metros de desnivel.
El túnel, como ya expliqué en la entrada dedicada a la central del Molinar, formaba parte del canal de 4 kilómetros por el que el agua era transportada desde una presa hasta la central. El canal transita con apenas pendiente, mientras el río, va descendiendo de cota más rápidamente. De esta forma, según el agua avanzaba en su recorrido, se iba ganando altura respecto al lecho del río. Así, una vez recorridos los 4 km, el canal se encuentra a unos 60 metros de altura sobre el río y justo encima de la central. En ese momento, el agua se canalizaba por grandes tuberías que descendían con enorme pendiente hasta la central, donde la fuerza y velocidad del líquido elemento era transformada en energía eléctrica por las turbinas.
Esta infraestructura, fue construida a la vez que la central eléctrica en 1907, como parte necesaria para su funcionamiento El canal comenzaba su recorrido desde una pequeña presa que se encontraba en el río aproximadamente a la altura de donde se encuentra el Santuario del Cristo de la Vida. Esa antigua presa fue destruida para la construcción del actual embalse. No obstante, cuando desciende el nivel del pantano, aún puede apreciarse parte de las estructuras de la presa que derivaba el agua al canal. También se aprecia el propio canal, habitualmente sumergido.
Este canal, discurría de forma paralela al río, hasta llegar a un punto en el que, por la orografía del terreno, se decidió que el canal fuera subterráneo. Desde este punto hasta la central, hay más de 3 km de túnel, construido a base de pico, pala y explosivos.
Hay que ponerse las gafas de la época (principios del siglo XX) para imaginarse con qué dificultad debió construirse semejante infraestructura. En aquel entonces, la maquinaria pesada para la construcción estaba escasamente desarrollada. En un lugar tan incomunicado como el fondo de la hoz del Júcar, predominaba el trabajo manual para la construcción del túnel, y el transporte mediante carros tirados por animales, por unos deficientes caminos. Según cuentan las crónicas, la construcción del túnel (y por extensión la del resto de la central y sus accesos) fue un trabajo muy duro y en condiciones penosas para la mayoría de los trabajadores. Si queréis haceros una idea, visitad los enlaces que hay en la entrada dedicada a la central del Molinar.
El túnel, al igual que el edificio de la central, constituye un destacado ejemplo de arquitectura industrial en La Mancha de principios de siglo XX, que conviene preservar y dar a conocer. Además, cuenta con la peculiaridad de estar construido en un lugar difícilmente accesible y con alto valor paisajístico y natural, que lo hacen realmente singular.
En 1952 la actividad de la central del Molinar se detuvo para siempre. La maquinaria y parte de la infraestructura hidráulica se desmanteló y el edificio de la central quedó vacío y abandonado. Se demolió la antigua presa y se construyó una nueva, cuyas aguas inundarían parte de las antiguas infraestructuras. El túnel quedó en desuso, aunque después fue reutilizado para el cultivo de champiñón. Hace décadas, este cultivo también fue abandonado, al parecer tras la gran riada del 1982 que provocó aguas abajo, en la provincia de Valencia, la pantanada de Tous. La fuerza del agua se llevó por delante varios antiguos caminos de acceso al túnel, que ya no fueron reconstruidos, y que dificultaron el acceso de los camiones para carga y descarga del champiñón, haciendo inviable el negocio. Después de eso, el abandono total.
En el momento de escribir estas líneas, el túnel puede ser recorrido libremente, tomando las precauciones necesarias y contando con luz, ya que por su gran longitud, la oscuridad en su interior es total.
Desde su entrada hasta el depósito de presión forzada (justo sobre la central) hay más de 3 km de recorrido por las entrañas de la tierra, en completa oscuridad, salvo alguna pequeña abertura y un pequeño tramo de unos metros al descubierto. Al final del trayecto, se contempla la central desde los huecos que dejaron las desaparecidas tuberías que descendían a la central, 60 metros más abajo. Se puede salir del túnel en este punto, ascendiendo con cuidado unos 5 metros por una escalera vertical (tipo vía ferrata) adosada a la pared. Se llega así a lo que era la terraza del depósito, en la que conviene extremar precauciones porque hay partes que han sufrido derrumbes.
Durante el paseo a lo largo del conducto por el que discurría el agua, nos acompañará el silencio y algún que otro murciélago que podremos ver sobre todo en los techos del túnel. La humedad es grande y la temperatura constante sobre los 18 grados, lo que la hacía propicia para el cultivo del champiñón. Algunas zonas, según la época del año, permanecen encharcadas por las filtraciones de agua, y es recomendable llevar unas botas de montaña impermeables si no queremos mojarnos los pies.
A lo largo del recorrido encontraremos aún a ambos lados del túnel los sacos donde se cultivaba y crecían los hongos. Con intención de facilitar el uso agrícola del túnel se hicieron algunas reformas que aún se pueden observar, como levantar unos tabiques al inicio y al final del túnel (para poner puertas) o abrir algunas puertas o salidas al exterior a lo largo del recorrido. También, en este sentido, se derrumbó algún muro al final del canal y columnas en la sala de presión forzada para facilitar la maniobra de vehículos y que pudieran dar la vuelta dentro del túnel, ya que su anchura es de unos 4 metros.
Transitar por este túnel, al igual que visitar la central del Molinar, es una inolvidable experiencia que nos retrotrae al mágico entorno de la industrialización del inicio del siglo XX, en un extraño y remoto paraje, donde aún se conserva la inaccesibilidad que antaño hizo tan difícil su construcción. Todo ello, rodeado de la hermosa naturaleza de los cañones del Júcar.
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- Central "el Molinar"
Entrada al túnel En las paredes se observan las marcas que indican hasta donde solía llegar el nivel del agua del canal. |
El túnel, como ya expliqué en la entrada dedicada a la central del Molinar, formaba parte del canal de 4 kilómetros por el que el agua era transportada desde una presa hasta la central. El canal transita con apenas pendiente, mientras el río, va descendiendo de cota más rápidamente. De esta forma, según el agua avanzaba en su recorrido, se iba ganando altura respecto al lecho del río. Así, una vez recorridos los 4 km, el canal se encuentra a unos 60 metros de altura sobre el río y justo encima de la central. En ese momento, el agua se canalizaba por grandes tuberías que descendían con enorme pendiente hasta la central, donde la fuerza y velocidad del líquido elemento era transformada en energía eléctrica por las turbinas.
Esta infraestructura, fue construida a la vez que la central eléctrica en 1907, como parte necesaria para su funcionamiento El canal comenzaba su recorrido desde una pequeña presa que se encontraba en el río aproximadamente a la altura de donde se encuentra el Santuario del Cristo de la Vida. Esa antigua presa fue destruida para la construcción del actual embalse. No obstante, cuando desciende el nivel del pantano, aún puede apreciarse parte de las estructuras de la presa que derivaba el agua al canal. También se aprecia el propio canal, habitualmente sumergido.
Este canal, discurría de forma paralela al río, hasta llegar a un punto en el que, por la orografía del terreno, se decidió que el canal fuera subterráneo. Desde este punto hasta la central, hay más de 3 km de túnel, construido a base de pico, pala y explosivos.
Hay que ponerse las gafas de la época (principios del siglo XX) para imaginarse con qué dificultad debió construirse semejante infraestructura. En aquel entonces, la maquinaria pesada para la construcción estaba escasamente desarrollada. En un lugar tan incomunicado como el fondo de la hoz del Júcar, predominaba el trabajo manual para la construcción del túnel, y el transporte mediante carros tirados por animales, por unos deficientes caminos. Según cuentan las crónicas, la construcción del túnel (y por extensión la del resto de la central y sus accesos) fue un trabajo muy duro y en condiciones penosas para la mayoría de los trabajadores. Si queréis haceros una idea, visitad los enlaces que hay en la entrada dedicada a la central del Molinar.
El túnel, al igual que el edificio de la central, constituye un destacado ejemplo de arquitectura industrial en La Mancha de principios de siglo XX, que conviene preservar y dar a conocer. Además, cuenta con la peculiaridad de estar construido en un lugar difícilmente accesible y con alto valor paisajístico y natural, que lo hacen realmente singular.
Parte del trayecto donde el canal aflora de nuevo a la superficie. Aquí vemos dos compuertas metálicas, que permitían regular la cantidad de agua que llevaba el canal. |
En 1952 la actividad de la central del Molinar se detuvo para siempre. La maquinaria y parte de la infraestructura hidráulica se desmanteló y el edificio de la central quedó vacío y abandonado. Se demolió la antigua presa y se construyó una nueva, cuyas aguas inundarían parte de las antiguas infraestructuras. El túnel quedó en desuso, aunque después fue reutilizado para el cultivo de champiñón. Hace décadas, este cultivo también fue abandonado, al parecer tras la gran riada del 1982 que provocó aguas abajo, en la provincia de Valencia, la pantanada de Tous. La fuerza del agua se llevó por delante varios antiguos caminos de acceso al túnel, que ya no fueron reconstruidos, y que dificultaron el acceso de los camiones para carga y descarga del champiñón, haciendo inviable el negocio. Después de eso, el abandono total.
En el momento de escribir estas líneas, el túnel puede ser recorrido libremente, tomando las precauciones necesarias y contando con luz, ya que por su gran longitud, la oscuridad en su interior es total.
Desde su entrada hasta el depósito de presión forzada (justo sobre la central) hay más de 3 km de recorrido por las entrañas de la tierra, en completa oscuridad, salvo alguna pequeña abertura y un pequeño tramo de unos metros al descubierto. Al final del trayecto, se contempla la central desde los huecos que dejaron las desaparecidas tuberías que descendían a la central, 60 metros más abajo. Se puede salir del túnel en este punto, ascendiendo con cuidado unos 5 metros por una escalera vertical (tipo vía ferrata) adosada a la pared. Se llega así a lo que era la terraza del depósito, en la que conviene extremar precauciones porque hay partes que han sufrido derrumbes.
La central del Molinar justo desde el depósito: justo aquí descendían los tubos de agua hacia sus turbinas |
Durante el paseo a lo largo del conducto por el que discurría el agua, nos acompañará el silencio y algún que otro murciélago que podremos ver sobre todo en los techos del túnel. La humedad es grande y la temperatura constante sobre los 18 grados, lo que la hacía propicia para el cultivo del champiñón. Algunas zonas, según la época del año, permanecen encharcadas por las filtraciones de agua, y es recomendable llevar unas botas de montaña impermeables si no queremos mojarnos los pies.
A lo largo del recorrido encontraremos aún a ambos lados del túnel los sacos donde se cultivaba y crecían los hongos. Con intención de facilitar el uso agrícola del túnel se hicieron algunas reformas que aún se pueden observar, como levantar unos tabiques al inicio y al final del túnel (para poner puertas) o abrir algunas puertas o salidas al exterior a lo largo del recorrido. También, en este sentido, se derrumbó algún muro al final del canal y columnas en la sala de presión forzada para facilitar la maniobra de vehículos y que pudieran dar la vuelta dentro del túnel, ya que su anchura es de unos 4 metros.
Tramo en el interior del túnel. Al fondo, la claridad de la luz que proporciona una de las escasas aberturas. |
Tramo con oscuridad total. En el suelo, junto a las paredes, sacos alineados donde se realizaba el cultivo de champiñón. |
Transitar por este túnel, al igual que visitar la central del Molinar, es una inolvidable experiencia que nos retrotrae al mágico entorno de la industrialización del inicio del siglo XX, en un extraño y remoto paraje, donde aún se conserva la inaccesibilidad que antaño hizo tan difícil su construcción. Todo ello, rodeado de la hermosa naturaleza de los cañones del Júcar.
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Artículo muy completo, muy bien redactado y muy muy interesante. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Jon.
EliminarSaludos.