La Berzosa

Aunque los "indianos" en La Mancha no son tan numerosos como en otras regiones del norte de la península, sí que se cuentan algunos casos como el que nos ocupa.

Los indianos eran aquellos españoles emigrados a América, que conseguían hacer fortuna, y que posteriormente retornaban a sus lugares de origen. A su vuelta, hacían uso visible de su riqueza acumulada, construyendo palacetes, invirtiendo en negocios o fincas, realizando mecenazgo en obras públicas o de caridad y todo aquello que suelen hacer los que disponen de incontable capital. El caso es que solían hacerse notar.

Este fenómeno, tuvo una relevancia importante a finales del XIX y principios de XX, y sobre todo en regiones donde la comunicación con América era más directa a través del mar. En lugares como Cantabria, Asturias, Galicia o el País Vasco, en muchos de sus pueblos, abundan las "casas indianas", muchas de ellas palacetes con estilo característico colonial. Pero... ¿y en La Mancha? Pues aún se conserva alguna interesante construcción con este origen, como por ejemplo la "Casa de las Torres" en Tembleque, del siglo XVIII, que quizá tratemos en futura ocasión.

Ruinas de la casa de labor "La Berzosa", en su momento, mandada construir por un indiano.


Entre Valdepeñas y Manzanares, se encuentra La Berzosa. Se trata otro ejemplo de construcción propiedad de un indiano, pero con una curiosa historia. Se trata de una casa de labor en medio del campo. Su promotor fue Juan José Amunátegui Olaerrota a mediados del siglo XIX. Por sus apellidos supongo que hayáis deducido que manchego no era. Fue un indiano vizcaíno que con su fortuna traída de América, aparte de diferentes construcciones en su localidad natal (Busturia - Vizcaya) quiso dedicar una parte a la adquisición de extensas fincas rústicas procedente de las desamortizaciones de la época, en las provincias de Cuenca y Ciudad Real. Con  la adquisición de la Berzosa, pretendía comercializar vino de Valdepeñas en Madrid, construyendo sus propias bodegas.

La importancia del indiano, la finca y del negocio fue grande; tanta como para llegar a conseguir que se construyera un apeadero en línea ferroviaria de Madrid a Andalucía, junto a la finca, para facilitar la logística de sus mercancías. Las expropiaciones del gobierno para esta construcción fueron fuente de conflicto entre otros propietarios afectados y el indiano, hasta el punto que uno de estos propietarios llegara a asesinar a un hijo de Amunátegui.

En la foto, uno de los edificios de La Berzosa, aún con actividad.
Fuente: Ver bibliografía [1]


El mismo edificio de la foto anterior, pero en la actualidad: El tejado ha colapsado; las tinajas desaparecidas; la puerta del piso superior se cegó parcialmente en una época posterior para convertirla en ventana.


En la actualidad, quedan las ruinas irrecuperables de lo que fue la principal casa de labor de La Berzosa, aunque aún se pueden intuir las dimensiones e importancia del lugar. Su arquitectura es la de una clásica casa de labor manchega de mediados del XIX. Levantada en su mayor parte mediante mampostería con lascas de piedra caliza, tapial y encalado de fachadas; técnicas constructivas que con la ruina actual quedan al descubierto. Un complejo agroganadero que, como era costumbre, contaba con viviendas, cuadras, graneros, etc.

Detalle de ruinas. Paredes construidas con las tradicionales lascas de piedra caliza, algunas unidas con pobre argamasa de barro. Las piedras se mezclan con lienzos de tapial.

Muro de tapial.

De algunos edificios solo quedan las paredes desafiando al tiempo.

Las dimensiones del recinto eran considerables.

Paredes de tapial resquebrajadas que se sostienen de casualidad.

Las casas tenían notables dimensiones.


Un elemento constructivo que llama poderosamente la atención es la presencia de garitas en algunas esquinas, que le dan el extraño aspecto de casa de labor fortificada. Posiblemente, las garitas sean de construcción posterior, ya que algunas de ellas denotan una diferente técnica constructiva a la de los muros donde se adosan. Probablemente sean de la época de la Guerra Civil, cuando la finca fue requisada por militares republicanos, y que pudiera ser usada como cuartel, fortificándolo con algunas garitas de vigilancia. Algunos sitúan la construcción de las garitas décadas antes, si fue usado también durante las guerras Carlistas, aunque no encontré ninguna referencia que me corrobore ese uso como cuartel en el siglo XIX. En cualquier caso, estas garitas se construyeron a semejanza de los chozos o bombos manchegos, que construían una cúpula usando piedra y aproximando cada hilera según se ascendía, con la diferencia de que se dejaron huecos en su perímetro, a forma de tronera, desde donde poder disparar en caso de necesidad. Sin lugar a dudas, una curiosa mezcla entre chozo y garita.

Acceso a una garita en la esquina del muro perimetral, vista desde su acceso interior.

Otra garita, adosada en la esquina.

Las garitas se sitúan estratégicamente por los edificios.

Detalle del adosamiento de la garita al edificio.

Troneras desde el interior de una de las garitas.


Entre tanta ruina, aún se puede distinguir alguna estancia interior, como cuadras o cocinas, que ayudan a entender cómo era la vida y el trabajo en estas casas de labor manchegas. Elementos constructivos como las viguetas y pilares de madera, cocinas con grandes chimeneas donde poder aprovechar el calor de la lumbre para los guisos y poyetes a sus lados para dormir en un jergón caliente.

Cuadras con pesebres.

Cocina, con gran chimenea y poyetes laterales.



La Berzosa es una de esas grandes casas de labor que poblaron nuestros campos, a lo largo de La Mancha, y que como muchas otras, tampoco ha podido evitar su deterioro. La falta de uso deja sin mantenimiento a estas construcciones. El olvido y el tiempo, la llevaron a la ruina. En unos años, quizá solo quede su recuerdo...


Vista general de los edificios.

Detalle de la ruina.

Muro perimetral, desde el exterior.

Exterior de uno de los edificios, con garita en la esquina.

Patios interiores.

De muchas construcciones solo quedan las paredes.



Para saber más:

- [1] Inarejos Muñoz, Juan A.: "La fortuna indiana de Juan José Amunátegui y la memoria de la esclavitud: de la Torre del reloj de Busturia a sus posesiones en La Mancha".  Vasconia: Cuadernos de historia - geografía. Año 2023, Número 47

BIBLID [1136-6834, eISSN 2386-5539 (2023), 47; 145-164]


- [2] Blog "Arquitectura Popular Manchega": Cap54 - ARQUEOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA POPULAR MANCHEGA - I

 https://www.arquitecturapopularmanchega.es/2014/01/cap54-arqueologia-de-la-arquitectura.html


Agradecimientos: Las fotos de esta entrada han sido cedidas por Miguel Ángel Maeso Buenasmañanas, autor del blog "Historia de Manzanares" -  http://www.manzanareshistoria.es




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Comentarios

  1. Como siempre, muy interesante Jesús, sorprende la cantidad de lugares como este que se han perdido desafortunadamente. Muchas gracias por la nueva entrega, y gracias también al fotógrafo.
    Un abrazo y no dejes de enseñarnos lugares ignotos...

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    1. Afortunadamente, también nos quedan aún otros muchos lugares que estamos a tiempo de recuperar y conservar.
      Gracias por leer y comentar.

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  2. Buenos días. Me he llevado una grata sorpresa al comprobar que has vuelto a publicar. Conocí este lugar hace muchos años y lo cierto es que has disipado las dudas que tenía sobre su curiosa edificación. Un acierto de entrada
    Gracias a ti y al fotógrafo
    Un saludo

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    1. Gracias Rosa, por volver a leer y comentar estos artículos.
      Saludos.

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  3. Qué interesante, no reparamos en las ruinas hasta que entendemos lo que llegaron a ser, saludos

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    1. La ruina y su historia no se entienden una sin la otra.
      Gracias por comentar.

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