¿Imagináis un lugar declarado monumento que se encuentre abandonado a su suerte? ¿Un Bien de Interés Cultural (B.I.C.) que pase desapercibido y apenas conocido? ¿Hundiéndose y al borde de la ruina? Pues no lo imaginéis; no hace falta que vuestras neuronas sean sometidas a un intenso esfuerzo mental porque en La Mancha tenemos más de uno. Pero en este caso particular, se trata de la cueva de Doña Catalina de Cardona. Continuad leyendo, pues el agujero y la historia de la vida de su inquilina no tienen desperdicio.
Puerta de acceso a la Cueva de Catalina de Cardona |
Para entender la importancia de la cueva, primero debemos empezar conociendo a la que fue su inquilina, de quien la cueva toma su nombre. Catalina de Cardona nace en 1519 en el seno de una familia noble, pues se trataba de la hija ilegítima de Ramón de Cardona, virrey de Sicilia y Nápoles, y uno de los más destacados nobles catalanes de la época. Parece que desde muy pequeña fue ingresada en un convento en Nápoles, el cual solamente abandonó para casarse, aunque poco antes del matrimonio, su marido falleció. Este hecho, hizo que regresara al convento, donde su creciente devoción hizo que se entregara a una estricta vida religiosa y espiritual. Su origen noble la conduce a que en 1557, convencida por una pariente, recale en la corte de Felipe II, entonces en Valladolid. Allí gozaba de la confianza del Rey, hasta el punto que fue aya (tutora) de su primogénito Carlos (Príncipe de Asturias) y del hermanastro del Rey, Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos I. Hasta que en 1562, arrastrada por sus deseos de penitencia y espiritualidad, da un cambio radical a su existencia escapando (literalmente) de la vida palaciega. Con un destino tan lejano y diferente que acaba en una cueva de La Mancha donde se refugia y se retira para vivir una vida ermitaña.
Representación de Catalina de Cardona. Nótese que se recrea orante junto a una cueva. |
Allí en la cueva, permanecerá durante 4 años hasta que en 1566 es descubierta por un pastor. La curiosidad que desata una noble eremita (recordemos, hija de un virrey) viviendo en esas condiciones, se trasmite por toda Castilla, llegando a convertirse la cueva en un centro de peregrinación al que se acude desde toda España en busca del consejo de Catalina o el contacto con esta mujer que vivía en "santidad". Hasta se le llegaron a atribuir supuestos milagros.
Alrededor de 1571, empujada por las abundantes visitas que rompían su meditante tranquilidad, abandonaba la cueva con la decisión de fundar un monasterio de carmelitas descalzos que se asentaría sobre la cueva. Su petición, la llevó de nuevo a pisar palacios, a pesar de sus reticencias, en un peregrinaje por la Corte o el monasterio del Escorial, entre otros. Una vez conseguidos los permisos y financiación necesaria, regresa a la cueva en 1572. En los años posteriores se iniciarán las obras del convento, no exentas de dificultades.
Sin llegar a ser un gran convento, sí alcanzaría cierta importancia por la fama de Doña Catalina. De hecho, en sus cercanías aparece un pequeño núcleo de población ligado a él, que dará lugar a la actual pedanía de El Carmen, a escaso 1 km de la cueva, perteneciente hoy a Casas de Benítez (Cuenca). Esta pequeña aldea se originó para dar alojo a las familias que trabajaban las tierras del convento, contratadas por los frailes carmelitas.
La muerte de Catalina se produciría en la cueva el 11 de mayo de 1577 y sería sepultada en el convento aledaño (aunque años después, sus restos serían trasladados a Villanueva de la Jara).
Catalina de Cardona fue contemporánea de Santa Teresa de Jesús, a la que también influyó con su vida eremita de sacrificio y oración. Santa Teresa nombra a Catalina y la alaba en varios de sus escritos.
Sabemos más de la vida de Catalina gracias a un manuscrito del siglo XVI de fray Juan de la Miseria (pintor italiano que retrató a santa Teresa de Jesús). Este texto, que se conserva en una biblioteca de la Universidad de California (Berkeley), recoge la narración sobre la vida de Catalina que este fraile escribió, ya que la conoció personalmente. Para el que tenga más interés sobre la vida de Catalina, en el siguiente enlace se puede descargar el artículo que Adelaida y Antonio Cortijo Ocaña sobre el estudio que realizaron del citado manuscrito:
Vida de la madre Catalina de Cardona por fray Juan de la Miseria.
En tal informe, se clasifica a Catalina de Cardona dentro del grupo de monjas y beatas, que a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, abundaban en Castilla y llevaban una vida rozando el sadomasoquismo. Según las crónicas, Catalina vivía metida en la cueva, alimentándose solo de pan y no era raro encontrarla paciendo en el campo; rumiando hierba como un animal. Se le relaciona con los ejemplos de otras mujeres de vida "virtuosa" y extrema austeridad, que realizaban acciones similares, como revolcarse sobre espinas, quemarse con cera ardiente, comer fruta podrida o limpiar con la lengua los esputos de los enfermos. Con la perspectiva de hoy en día, tales acciones estarían muy cerca del trastorno psiquiátrico. En cambio, en aquellos tiempos, a la trastornada que se le ocurría semejante disparate, se le calificaba de santa si su delirio era en el ámbito religioso. Peor suerte corrían si el desvarío no guardaba los cánones de la iglesia, pues entonces, en muchas ocasiones simplemente eran locas, cuando no se les tomara por brujas.
También, Santa Teresa de Jesús, en su libro sobre Las Fundaciones, cuenta que llegó a esta cueva y la visitó en 1580, tres años después de la muerte de Catalina, durante su viaje para fundar el convento de Villanueva de la Jara. Santa Teresa dedica gran parte del capítulo 28 de este libro a describir y alabar la vida de Catalina en la cueva y convento adyacente.
El Museo Teresiano de Pastrana alberga esta pintura, en el que aparece Santa Teresa de Jesús representada en primer término. Al fondo, en un segundo plano, se observa una mujer: Catalina de Cardona. |
En fin; sorprendente evolución en la vida de esta mujer, que voluntariamente cambió la corte, donde era tutora del hijo del Rey Felipe II, por vivir en la mayor miseria eremita en el interior de una cueva.
Ahora que ya conocemos la sorprendente historia de la inquilina, vayamos a la descripción de la cueva propiamente dicha.
La cueva se redescubre por casualidad en 1980. Pocos años después, es declarada monumento histórico-artístico, de carácter nacional, por el Real Decreto 1445/1983, del 27 de abril. Actualmente, la figura de monumento nacional ha sido sustituida por la de Bien de Interés Cultural (B.I.C.).
En el exterior, junto a la entrada, se asienta un monolito conmemorativo, del que apenas se distingue el texto que hace alusión al IV Centenario (1980) y a Casas de Benítez.
Monolito conmemorativo ilegible. |
Monolito y acceso a la cueva al fondo. |
Se accede a la cueva a través de una puerta enmarcada en un arco de sillería. En este primer tramo, tiene una techumbre con vigas de hormigón y ladrillo, que se pondrían poco después de su redescubrimiento para proteger de la intemperie y de desprendimientos. A la izquierda aparenta haber un acceso cegado y a la derecha comienza una galería descendente picada a mano en la tierra, de algo más de 2 metros de altura y un metro de anchura. Esta zona de la entrada es la más deteriorada, pues el techo y parte las paredes se han hundido en los últimos años. Causa de estos desprendimientos queda al descubierto en el techo un boquete por el que entrará el agua, que ayudará a la erosión y acelerará el hundimiento. Todo el material desprendido comienza a colmatar la galería descendente, tapando los escalones que había esculpidos del suelo, y haciendo bastante complicado el acceso y bajada hacía el interior. La pendiente es pronunciada y el peligro de más desprendimientos evidente, lo que hace poco recomendable y arriesgado adentrarse. En la situación actual de la cueva al publicarse este artículo, lo más recomendable es no bajar, limitándonos a ver las fotos y vídeos de esta entrada. Aunque allá cada cual, bajo su responsabilidad...
Puerta de entrada desde el interior. |
Escaleras descendentes, completamente cubiertas por el material procedente del desprendimiento (tierra y piedras). |
Al poco de adentrarse en la cueva, la oscuridad es total y se necesita contar con linternas. Una vez se ha descendido este tramo más delicado de escaleras, a unos 5 metros de profundidad, el estado del resto de las galerías es bastante aceptable, aunque de evidente abandono.
Parten galerías al frente, izquierda y derecha. Las dos primeras, acaban pocos metros más adelante, con galerías adyacentes que en planta tienen forma de cruz. La galería de la derecha, en cambio, desciende otros 5 escalones y después adentrandose aproximadamente unos 10 metros más, hasta desembocar de nuevo en otro distribuidor de planta cruciforme. No encontramos grandes salas sino pasillos, recovecos o pequeñas estancias.
La cueva está cavada directamente sobre la tierra compactada o roca blanda formando un entramado de túneles de sencilla elaboración. También se observan algunos arcos apuntados sobre las aberturas que conectan algunas estancias. En algunos lugares, una especie de hornacinas en las paredes, que podrían servir para dejar alguna lámpara de aceite o velas para iluminar la estancia, o para poner en ellas alguna imagen religiosa. El ambiente es húmedo, oscuro y silencioso; estremece imaginar cómo pudo ser la vida de Doña Catalina en semejante lugar, mientras pisamos el mismo suelo que ella recorrería, encerrada entre estas lúgubres y estrechas paredes.
Galerías labradas a mano. |
Más escalones en la galería principal. |
Arco apuntado. |
Detalle de escalones. A la derecha, se observa una pequeña hornacina en la pared. |
Encrucijada y hornacina en la pared. |
Las galería principal debe tener unos 15 metros de longitud. |
El aspecto interior es bastante aceptable, a pesar del evidente abandono. La oscuridad es total y el uso de linternas imprescindible. |
Saliendo de la cueva. Tierra suelta, fuerte pendiente y peligro de desprendimientos. |
En algunas referencias esta cueva se califica como iglesia rupestre, pero las galerías de la cueva no tienen no tienen aspecto de templo, lo que no quita que pudiera oficiarse alguna misa en ella. Además, según he leído, la iglesia del convento estaba comunicada con la cueva, y Catalina salía de la cueva para asistir a la misa. Por esta razón, supongo que una vez construido el convento anexo, la cueva no cumpliría la función de iglesia si es que algún día la tuvo. El recorrido de la cueva en algún lugar puede asemejarse al crucero de una iglesia, con capillas adyacentes, aunque no hay nave central sino simplemente un pasillo al que se adosan pequeñas estancias.
Croquis de la Cueva de Doña Catalina de Cardona. |
El estado general de las galerías es bueno, excepto la zona de entrada y escalera para descender. Desconozco si se ha hecho algún estudio arquelógico o detallado de la cueva. Aún se está a tiempo de rescatarla y conservarla. La limpieza y estudio de sus galerías podría arrojar nuevos descubrimientos, devolviendo el valor a este monumento y dándolo a conocer.
Detalle de los vestigios del convento de carmelitas, junto a la entrada de la cueva. |
Cueva, junto a los escasos restos visibles del convento. |
Otro aspecto de la ubicación de la cueva, es que se ubica a unos escasos 50 metros del canal de trasvase Tajo-Segura.
Para finalizar y como complemento a las fotos, el siguiente video muestra un recorrido por la la galería principal de la cueva. La calidad no es buena, pues se grabó con un móvil y linternas, pero da una idea del estado actual y tamaño de la cueva.
A fecha de la publicación de esta entrada, el estado de la cueva es el que se muestra en este artículo. Un monumento de una tipología realmente particular, como hay pocos o ninguno. No creo que existan demasiadas cuevas cavadas a mano en España donde una mujer haya hecho vida eremita. Ni del siglo XVI ni mucho menos de un personaje tan particular como Doña Catalina de Cardona, mujer perteneciente a la nobleza. Unas galerías que además visitó y pudo recorrer Santa Teresa. Una cueva que merece un mejor trato de forma urgente, consolidando estructuras para evitar más derrumbes; impedir que quede sepultada y tengamos que lamentar perderla para siempre.
No puede dejar a nadie indiferente este buen trabajo que has hecho sobre la cueva. Seguramente sea un caso excepcional, me refiero a las particularidades que narras, pero efectivamente el hecho de que se encuentre tan "dejada de la mano de Dios" tiene que tener un motivo. A veces pienso que los límites estorban y al fin y al cabo el que la cueva se encuentre en una provincia o en otra no debería ser obstáculo para adecentarla, sobre todo porque el coste de mantenimiento opino no debe ser cuantioso, y el ayuntamiento que se encargara podría hacer visitas guiadas, claro cuando sean posibles. Con desbrozadoras se pueden limpiar bien de hierbas el entorno, en fin. Quizás el problema es que soy de una generación en la cual había más voluntad y menos burocracia, nos interesábamos más por la historia y teníamos inquietudes.
ResponderEliminarCreo que este gran trabajo que has escrito removerá algo, porque no podemos dejar perder esa parte de la historia que ya no se estudia. Gracias.
Hola Rosa.
EliminarCoincido contigo y en este caso, creo que con no demasiado presupuesto se podría limpiar y afianzar la cueva, para frenar su deterioro. Ojalá este artículo remueva alguna conciencia. Pero hay que empezar conociendo lo que tenemos para poder valorarlo.
Gracias por comentar.
desde luego que esto es Mancha Ignota!.. y que historia más curiosa y desconocida.. gracias por descubrirlo y un post tan bien documentado
ResponderEliminarPD1: para que sirve declarar un BIC en España??
PD2: este país es de traca
Gracias Eze.
EliminarPD1: La teoría es que el propietario del BIC está obligado a mantenerlo, conservarlo y habilitar un horario para la visita al público. La propiedad del BIC puede ser privada o pública. En el caso de BIC privados, la administración podría llegar a la expropiación en caso de que no se conserve convenientemente. Muchos casos hay en los que esto no sucede así y el BIC se echa a perder sin llegar a una expropación, ya que en ocasiones, de llegar a producirse, tampoco arreglaría nada si la administración tampoco dedica medios para su mantenimiento (a veces porque ni siquiera dispone de ellos). Y es que tampoco son raros los casos de BIC de propiedad pública maltratados u olvidados. En estos casos, me pregunto para qué están ciertas leyes y garantías si luego las propias administraciones son incapaces de cumplirlas. Como casi todo, el problema al final se resume en dos palabras: voluntad y dinero. Cuando falta alguna de ellas, pues no hay remedio que valga.
Ahora bien, si un día se arregla, no faltará político en la foto junto a la cueva y nota de prensa, ensalzando su importancia. Pero si se hunde, todos escurrirán el bulto (eso si es que alguien se entera).
PD2: De traca sonora, pero de la de gordos petardos.
Un saludo.
Casi ya está todo dicho. Suscribo todo lo que Rosa ha expuesto.
ResponderEliminarTriste lo que pasa en nuestras comunidades, en nuestros pueblos, en definitiva; en nuestra
España.
Que poco se valora lo que no es rentable!
Que tristeza te producirá ver estas ruinas en vivo, si a quienes lo vemos a través de tus imágenes nos indigna tanto.
Excelente entrada como todas las que haces.
Agradecerte como siempre, el poner en conocimiento, algo que está ahí, y que sin ti sería más complicado conocerlo.
Un placer leerte
GRACIAS.
Gracias a ti, Felicidad por tu interés.
EliminarLo que no se conoce, no se valora.
O lo que decía Machado: "Todo lo que se ignora, se desprecia".
Espero que al menos, esta entrada sirva para dar algo de visibilidad a este monumento.
Un saludo y gracias de nuevo por leer y difundir Mancha Ignota.
Impresionante la historia alrededor de la cueva y de Catalina de Cardona. Como dicen otros lectores, todo tan bien documentado y tan bien explicado que trasportas fácilmente a la historia y al lugar. También es impresionante, en este caso de manera peligrosa, la dejadez que sufre nuestro patrimonio, víctima de desidia e incultura. Desgraciadamente, he visto muchos BIC completamente abandonados en toda España. Y es la pescadilla que se muerde la cola, porque eso lleva a que no se conozcan, no se visiten y prosiga su irremediable deterioro. Al menos te tenemos a ti, que los pones en valor, los exprimes y, generosamente, nos los regalas. Enhorabuena por el artículo y por tu magnífica misión
ResponderEliminarGracias por tus elogios, Notasandwichmixto.
EliminarEl agradecimiento es recíproco, ya que con tu lectura ayudas a que esta cueva se conozca más y mejor. Y aún llegará a más gente si lo cuentas y lo difundes; o si compartes esta entrada. De esa forma, tú también colaboras.
El conocimiento de estos lugares es fundamental para darle la importancia que merecen; sólo así se podrá después empezar a trabajar por su preservación.
Un saludo.
Quisiera sumarme a las facilitaciones y los agradecimientos por vuestro trabajo de investigación, y por compartir dichos lugares y sus historias, las cuales no vamos a encontrar en los canales de la "historia oficial", pero que seguro que nos ayudan a entender mejor nuestra historia y nuestra tierra. Hoy, aprovechando el día de fiesta, me he acercado con mi familia, y ha sido emocionante acercarse al lugar y, sobre todo, conocer la historia de la persona que habitó la cueva. Muchas gracias por no dejar que se olvide nuestra historia.
ResponderEliminarEl conocimiento de lo que nos rodea, nos permite valorar lo que tenemos. Nos sirve para apreciar una cueva con siglos de historia donde otros sólo ven un agujero ruinoso. Nos ayuda a revivir lo que allí ocurrió y a apreciar el valor de lo que tenemos delante, haciéndonos disfrutar mucho más del paraje, dándole la importancia que merece, respetándolo y ayudando a su conservación.
EliminarMe alegro de que esta entrada haya servido para conocer este lugar, disfrutar de la visita y encontrarla emocionante.
Muy agradecido por su comentario, señor/a Anónimo. Me empuja a seguir enseñando más lugares como de La Mancha como el que nos ocupa.
Un saludo.
Estupendo artículo. Os seguiré
ResponderEliminarMuchas gracias.
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