Mina de los Pontones

Aunque hoy en día, la actividad económica con la que sea más fácil relacionar al Valle de Alcudia sea la ganadería y trashumancia, esto no fue así a lo largo de su historia, pues no hace mucho la minería era la que estaba presente prácticamente en todos sus municipios. La actividad minera en el Valle de Alcudia atravesó su mayor auge a finales del XIX y en los comienzos del siglo XX. Son decenas las explotaciones que se encontraban activas en esas fechas, y de las que hoy sólo nos quedan ruinas, pues en el mejor de los casos, estuvieron en funcionamiento hasta aproximadamente la década de los 80 del XX.

Mina de los Pontones: Vista general de los edificios principales.

Muchas de estas minas, ya explotadas por los romanos, se dedicaban a la extracción de plomo argentífero, hasta el punto de que esta comarca minera fue la mayor productora de plomo de España. En las decadas finales del XIX y en las primeras del XX, la mayoría del plomo de este país salía del Valle de Alcudia.

Fue a comienzos del XX cuando la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya comienza con la explotación de varios filones en esta zona entre Solanilla del Tamaral y El Hoyo. Varias décadas después, la extensión de las explotaciones en Mestanza, Solana del Pino o San Lorenzo de Calatrava llegaba a alcanzar las 11.000 hectáreas. La zona en la que se asentaba esta mina de los Pontones era posiblemente la que albergaba mayor densidad de pozos, existiendo además a escasos 2 kilómetros un poblado minero (Pueblo Nuevo), que se construyó en 1923 deliberadamente para albergar a los numerosos trabajadores de la explotación, contando con viviendas, hospital, iglesia, etc. Llegó a tener más de 800 habitantes. Una configuración similar a la que había en la cercana Minas Diógenes y el poblado de las Tiñosas, que ya nombré en la entrada de su fuente agría. Pueblo Nuevo es atravesado por la carretera que va hacía El Hoyo, y hoy en día se encuentra abandonado y en ruínas.

A partir de los años 30, la minería en el Valle de Alcudia comenzó una progresiva decadencia que acabaría con toda actividad unas décadas después, aunque algunas explotaciones aguantasen hasta las décadas de los 70 u 80.

La mina de los Pontones, se encuentra muy cerca de la pedanía de Solanilla del Tamaral, perteneciente al término municipal de Mestanza. Se encontraba dentro del complejo minero denominado "Hoz del Chorrillo". Enclavada en un entorno de extraordinario valor natural e increíble belleza, a orillas del río Jándula y junto al llamado "estrecho de Riofrío", un paso donde el río se encajona entre altos y espectaculares farallones. En esta explotación, se abrieron varios pozos y galerías, de los que se extrajo gran cantidad de mineral, llegando a perforar hasta 2 km de recorrido subterráneo.

Vista general de la explotación, entre frondoso bosque mediterráneo.
En el fondo del valle, el río Jándula. 


Los primeros edificios desde el camino de acceso.


Robusta construcción de mampostería.


Restos de una dependencia en lo alto del cerro.


Algunas construcciones son difícilmente accesibles, invadidas por la vegetación.


Algunos edificios del complejo son auténticas moles de robusta piedra.


Interior de uno de los edificios.


Diversas instalaciones construidas en ladrillo.


El complejo se asienta sobre la falda del cerro, con gran desnivel entre las partes altas y bajas.
Tal desnivel era aprovechado para el recorrido del agua entre diferentes piscinas para filtrar material.


El paso del tiempo pudre la madera, que sucumbe ante el peso que sostiene.


Las instalaciones debieron ser espectaculares en su época de esplendor.


Una de las colosales piscinas, agrietada por el tiempo.


Uno de los inumerables rincones de apocalíptica belleza.


Al parecer, aunque las producciones fueron muy importantes, las expectativas no se vieron del todo cumplidas y estas minas se cerraron en 1931. Tres fueron las causas principales: la bajada del precio del plomo, la inferior calidad del mineral extraído frente a lo que se esperaba y los convulsos cambios políticos de la época (comenzaba su andadura la Segunda República).

En la actualidad, la mina de los Pontones se encuentra abandonada y en ruina progresiva, a pesar de que constituye un valioso patrimonio, ejemplo de arquitectura industrial y minera de la época. En las instalaciones, se encuentra el primer lavadero de flotación que se instaló en Sierra Morena. Se trataba de un proceso por el que el mineral iba pasando por diferentes cribados, y piscinas en las que se separaba el mineral por diferente densidad, pudiendo diferenciar de esa manera la mena (mineral útil) de la ganga (mineral de deshecho).

Las piscinas del lavadero de material son invadidas por la vegetación. 


Explorando entre piscinas.


Piscina en primer plano, frente a estructura de mampostería.

Además, la mina de los Pontones es un destacado lugar por su valor natural. Los túneles de la mina, tras el cierre, sirvieron para que se asentaran lo murciélagos, hasta formar una importante colonia. Hasta el punto de que estas galerías están declaradas microrreserva de quirópteros, siendo uno de los refugios más importantes de cría de murciélago de la región. Albergan a más de 6000 ejemplares de hasta 6 especies diferentes. Este hecho, hace de los túneles un lugar de gran fragilidad y protección. Por esta razón (y por el peligro de ser una mina abandonada, con sus pozos y derrumbes) está prohibido el acceso a las galerías.

Acceso a uno de los peligrosos pozos.

La ruina se adueña de los edificios, generando una estampa de bello abandono.


Montañas de escorias y material de deshecho se acumulan a los pies del complejo minero.


El río Jándula pasa a escasos metros del complejo.
Al fondo, el estrecho de Riofrío, una garganta que recorrerla es un espectáculo para los sentidos.

Pasear entre las ruinas de las instalaciones de la mina, es retrotraerse un siglo atrás. Sintiéndose pequeño entre las grandiosas edificaciones. Imaginando el complejo en plena ebullición y funcionamiento, con el trasiego de cientos de personas. Hoy solo queda el esqueleto derruido de las construcciones de mampostería y ladrillo más resistentes, mientras oficinas o pequeñas estancias de tapial van sucumbiendo al tiempo y a los elementos. Todo ello rodeado de una naturaleza de brutal belleza, con el rumor del río Jándula a nuestros pies y una remota soledad, sólo rota por los buitres que nos sobrevuelan.



----- MAPA -----


Comentarios

  1. En estos tiempos de confinamiento es de agradecer la aportación de gente como tú que se plantea descifrar ese pasado que vemos en forma de ruinas y que sin trabajos como este quedaría sin apenas llamar la atención, muy interesante todo, gracias, y a cuidarse.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy agradecido quedo por tu comentario, que me anima a seguir descubriendo lugares para dejar aquí una pequeña aportación gráfica y escrita; para compartir, divulgar y que todo el mundo pueda conocerlos y valorarlos mejor.
      Intentaré sacar fuerzas y aprovechar estos días de Semana Santa y confinamiento por el COVID19 para escribir, ya que no se puede salir... Tengo acumulado material más que suficiente para ello...
      Cuídate mucho, Rosa.

      Eliminar
  2. Antes que nada, agradecerte la información que nos das. Esto hace que disfrutemos cuando visitamos los lugares que nos vas descubriendo. El sábado tuvimos el placer de visitar estas minas. ¡Intetesantísimas! Y más aún cuando se lleva la información "puesta"como fue en nuestro caso, gracias a tu blog.
    El recorrido que hicimos paralelos al río...una maravilla!
    Muy recomendable.
    Las vistas son espectacularesGracias como siempre.
    Un placer seguirte y leerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estas minas tienen ese encanto especial de abandono y ruina industrial rodeado de naturaleza. Muy cerca, junto al río Jándula, el estrecho de Riofrío tiene un recorrido espectacular, que supongo que sería el que realizaste.
      Gracias por el comentario y por la lectura.

      Eliminar

Publicar un comentario