Castillo de Caracuel

Presidiendo un cerro junto al casco urbano de Caracuel de Calatrava, no deja de ser curioso que este castillo, llamado de Caracuel, en realidad se asiente en término municipal del vecino pueblo de Corral de Calatrava, bastante más alejado.

Fortaleza de origen musulmán probablemente del siglo IX, aunque con reformas posteriores cristianas (siglos XII y XIII), pasó por primera vez a manos cristianas tras la conquista de Toledo por Alfonso VI, en 1085. Después, cambió varias veces de manos, cristianas y musulmanes, ya que durante los siglos que vinieron después, esta zona de La Mancha marcaba la frontera entre los territorios dominados por los seguidores de la cruz y los de la media luna. Ya en 1170 se funda aquí una de las más antiguas encomiendas de la Orden de Calatrava, junto con la del castillo de Benavente (muy cerca de Alarcos, en Ciudad Real) y el de las Guadalerzas (Los Yébenes, Toledo). Después, los musulmanes la recuperarían tras la batalla de Alarcos (1195). No sería hasta 1212, cuando la fortaleza pasaría definitivamente a posesión cristiana, dentro de la campaña y cruzada organizada por Alfonso VIII que desembocaría en la batalla de Las Navas de Tolosa.

Castillo de Caracuel

Del castillo apenas queda su muralla frontal, flanqueado por varias torres cuadradas. Todo ello, construido en mampostería y sillarejo. En el interior, apenas se atisba el recorrido del resto de los muros, y los restos de un aljibe. Pero lo más destacable, sin duda, es la impresionante torre albarrana, pentagonal en proa, que se ubica delante de la muralla principal de la fortaleza. Esta torre, es una espectacular muestra de arquitectura militar de la época, pues no son muchos los ejemplos de este tipo de torre que se pueden hallar en castillos construidos en esos siglos. Esta torre tiene de particular unir esas dos características defensivas: ser torre albarrana y pentagonal.


Vista desde el interior del recinto.
En primer plano a la izquierda, los restos de lo que parece el aljibe. En la foto se ve con claridad que a la altura del adarve (parte superior de la muralla), se accedía a una puerta en la torre albarrana, que está justo a su misma altura, aunque esta oquedad haya perdido el muro que había bajo ella, dejando una gran abertura en la torre.

Una torre albarrana es aquella que no se integraba en la muralla y que estaba separada de esta, formando un baluarte defensivo separado de la muralla, pero asociado a ella. La comunicación entre estas torres albarranas y la muralla se hacía a través de pasarelas, bien de obra o de madera. Esto permitía, en un momento dado, poder aislar la torre del resto de la fortaleza si había sido tomada por el enemigo, bastando con retirar la pasarela de unión o destruyéndola. La separación de la muralla, permitía además disponer de una situación avanzada y ventajosa para el defensor, siendo un primer elemento a confrontar en caso de asalto y conformando la vanguardia de los defensores. Además, al estar adelantada y separada del muro, permitía a un defensor ubicado en la torre poder hostigar a los atacantes que hubieran llegado a la muralla desde su espalda.

En cuanto a la forma pentagonal, permite eliminar los ángulos muertos de visión desde la muralla, evitando que ningún asaltante pueda ocultarse tras la vuelta de una esquina. La forma puntiaguda, permite que desde de la muralla se tenga siempre visión de toda la base de la torre, no habiendo ningún punto en el que se pueda evitar un proyectil lanzado desde la muralla. En este caso, todos los ángulos de la torre pentagonal en proa quedaban cubiertos desde las dos torres cuadradas adosadas a la muralla que hay a cada lado de la torre pentagonal.

En los siguientes esquemas, se ven sendas plantas de una torre cuadrada y una pentagonal, apreciándose gráficamente como en la torre pentagonal, no quedan ángulos muertos en los que pueda ocultarse un asaltante.
Torre cuadrada.
La muralla y torre (gris), dejan un ángulo muerto (zona roja) desde la que no llega ninguna trayectoria de tiro (marrón).
Un defensor sólo podría alcanzar la zona roja situándose directamente encima de la torre y disparando en vertical hacia abajo.
Torre Pentagonal.
La proa del pentágono elimina los ángulos muertos. Desde la propia muralla se puede defender toda la base perimetral de la torre.



La forma pentagonal, también permite que si un proyectil pesado, impacta sobre la torre (por ejemplo, un bolaño lanzado con catapulta), el daño se minimice. A diferencia de una torre cuadrada, en la pentagonal el proyectil no impactará de frente, perpendicularmente a la pared, transmitiendo toda su energía a los sillares, sino que el ángulo hace que impacte de forma oblicua y el proyectil se desvíe, causando menor daño sobre la estructura.

La torre cuenta con tres pisos interiores que la elevan hasta una altura de unos 10 metros. Si se observa la torre desde el interior, se observa que la construcción pentagonal de sillería es posterior a una torre almohade anterior de tapial, que fue reforzada y forrada por estos sillares. El acabado pentagonal en proa que hoy se observa es por tanto una obra cristiana probablemente de los siglos XII o XIII. Además, su altura era mayor que la de las murallas, lo que la hacía una excelente atalaya para observar desde allí, así como un ventajoso lugar para defender el resto del castillo.

Lateral Sur de la torre albarrana. Se distingue en su parte alta un orificio usado de saetera.

Detalle posterior de la torre, donde se encontraba su acceso elevado que comunicaba con la muralla. 

Las dimensiones de esta torre son considerables, con un buen acabado en mampostería y sillarejo en sus aristas.

Además, el castillo se asentaba sobre una base rocosa, lo que impedía el minado de las murallas por parte de un posible asaltante. Minado que consistía en labrar un túnel hasta los cimientos de la muralla, para por lo general, introducir material inflamable, provocar un incendio y conseguir el colapso de los muros. Obviamente, cavar en la roca madre hacía de tal tarea un imposible.

Muy cerca de este castillo contamos con otros ejemplos de torres pentagonales de la misma época en Calatrava-La Vieja y en el castillo de Alarcos.

Actualmente, el castillo está en ruina progresiva, a pesar de la protección habitual con la que cuentan este tipo de construcciones. Es de propiedad privada y su acceso se encuentra restringido. Lo habitual era acceder hasta él desde Caracuel: detrás de la ermita del Santo Cristo, parte una senda ascendente, con escalones en algunos tramos, hasta lo alto del cerro y las proximidades del castillo. El inicio de la senda está vallado, aunque hace años, la puerta se encontraba abierta.

Espectacular torre pentagonal en proa, principal defensa del castillo.

El castillo en la lejanía presenta una bella estampa.

Anochece en el castillo de Caracuel.

Desde el cerro donde se yergue la fortaleza hay unas impresionantes vistas del Campo de Calatrava; mosaico multicolor de campos de cultivo. El castillo de Caracuel es otro de las muchos tesoros olvidados que alberga La Mancha, a la espera de una urgente intervención que al menos consolide sus restos... y más allá, un profundo estudio arqueológico y excavación que desempolve sus secretos, enterrados durante siglos.


----- MAPA -----


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