No nos vamos a desplazar muy lejos de donde nos llevó la última entrada, en la que os mostré los vestigios de una
posible calzada romana, cerca de Jorquera (Albacete), en la Hoz del Júcar. Como ya explicamos en ese artículo, algunas fuentes sitúan en sus proximidades la villa romana de SALTIGA. Algunas de las razones en las que se apoya esta hipótesis es en la existencia de restos de antiquísimos caminos que por su forma de construcción podrían ser romanos, así como la la cercana
necrópolis "el pelao" (un cementerio tardo-romano y visigodo).
Pues hoy vamos a ver otro tramo que se supone que pertenecía a misma calzada. En esta zona de la hoz, el río va encajonado entre paredes casi verticales de casi 100 metros de desnivel. Aquel camino, como vimos, descendía hasta el nivel del río por su orilla derecha. Supuestamente debía cruzar el Júcar por un vado, en la zona que ocupa el actual puente de la carretera que va de Jorquera a La Recueja. Y de ahí, continuaba hasta el tramo que hoy os muestro, que asciende por la pared de la orilla izquierda del río. El puente, precisamente se sitúa entre ambos tramos.
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Surcos en la piedra, causados por el tránsito de los carros durante siglos
(carriladas) |
No es casualidad, por tanto, la situación estratégica de Jorquera, pues suponía el único paso del río Júcar en muchos kilómetros, sin tener que dar un gran rodeo. Ya los musulmanes, en la edad media supieron dar la importancia necesaria a este paso, con la fortificación de Jorquera; un punto estratégico que seguramente ya vendría de antes, con la presencia romana en la villa o sus cercanías.
Este tramo de camino, aprovecha la presencia de un barranco o torrente, por el que discurre. Comienza su ascensión con un tramo recto, empedrado y construido sobre un talud, que va ganando altura hasta llegar a una cornisa natural. Es aquí donde se sitúa el tramo más espectacular. El camino se abre cavado sobre la roca viva para alcanzar la estrecha cornisa de piedra (unos 3 metros de anchura) y transita sobre ella a lo largo de unos 50 metros, teniendo a un lado la pared rocosa y al otro una atemorizante caída vertical de unos 20 metros. Imagino que el paso por aquí los carros tirados por animales y debía ser algo digno de ver. Caminando, el paso por la cornisa se puede hacer con prudencia sin apenas peligro (si no se hace ninguna tontería). Recorrerlo en bicicleta, para mí, es una absoluta temeridad. La irregularidad del suelo (con piedra suelta y profundas carriladas) y la estrechez de la cornisa te pueden llevar al vacío al menor despiste. De hecho, algunas de las carriladas se pierden en el abismo, debido a desprendimientos que se han llevado parte del camino original, por lo que es de suponer que antiguamente debería ser algo más ancho, al menos en alguno de los tramos.
Este tramo además de ser el más llamativo, presenta unas bonitas vistas de Jorquera y del barranco. También, al ser el suelo de roca viva, es donde se encuentran las carriladas (pavimento desgastado por las rodadas de los carros) más vistosas y profundas, llegando a unos diez centímetros de profundidad y mayor anchura. Siglos de tránsito de los carros dejaron estas marcas.
La abundancia de estas carriladas en el camino es la que dió el nombre popular a este paraje, conocido como "las carrilás".
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Estrecha cornisa sobre roca viva. Se aprecian las profundas carriladas.
Algunas de ellas, se pierden en tramos de camino desaparecidos por desprendimientos.
A la izquierda, al borde del camino, una peligrosa caída vertical de unos 20 metros. |
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Otra perspectiva de las carriladas sobre la peligrosa cornisa. |
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Acceso a la cornisa, con el camino labrado sobre roca viva.
En primer plano, restos de la calzada empedrada. |
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El camino asciende sobre un talud artificial hasta alcanzar la estrecha cornisa.
Discurre a la altura de la copa de los pinos, a unos 20 metros de altura. |
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Detalle del camino cavado en la roca. |
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Profundo surco labrado para salvar un desnivel y facilitar el paso de las ruedas.
Se aprecia también un escalón con piedras
que ayuda al carro a superar la ascensión. |
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Otra perspectiva de la cornisa, desde donde se divisa Jorquera y sus murallas al fondo. |
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El profundo barranco desde la cornisa. Una caída te deja tieso.
El paisaje y las vistas impresionan. |
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Camino ascendente hacia la cornisa. |
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Vía con carriladas en la estrecha cornisa.
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Sobrepasada esta cornisa, el camino sigue su ascenso hasta llegar a la zona superior del barranco, donde se siguen encontrando carriladas en algunos tramos, taludes, empedrados y piedras que atraviesan alineadas el camino, de forma oblicua, para el desagüe de las aguas de lluvia.
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Detalle de una de las muchas hileras de piedra que atraviesan el camino
de forma oblicua, para dirigir las corrientes de agua hacía el exterior de la vía. |
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Otra hilera más |
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Y otra... |
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A pesar de la mucha piedra suelta aún se distinguen zonas empedradas. |
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Un agricultor sobre el camino empedrado otea el paisaje.
Se aprecia como el camino se levanta sobre taludes artificiales de piedra. |
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Otro tramo del camino con Jorquera al fondo.
Aquí el empedrado parece más evidente.
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Senderista atravesando un tramo encajonado,
que aún se conserva entre campos cultivados. |
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Más carriladas en otro tramo. |
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Tramo en el que se conservan las
piedras que delimitaban el borde del camino. |
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Más empedrado y piedras al borde de la vía que van marcando el camino. |
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Y más carriladas... |
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Llegados a terreno más llano y con menos piedra suelta, es de suponer que no fuera necesario
empedrar la calzada y fuera suficiente delimitando los márgenes del camino con grandes rocas. |
El camino, desde su inicio a nivel del río hasta llegar a la carretera que lleva de La Recueja a Fuentealbilla, recorre aproximadamente 1500 metros. Es este punto inicial junto al río el que os indico en el mapa habitual que adjunto en todas mis entradas, justo al final del artículo.
También llama la atención durante el recorrido la presencia en sus proximidades de varias grandes rocas con cruces talladas, con apariencia antigua. ¿Qué serán? ¿Hitos? ¿Restos de lápidas funerarias? (recordad la cercanía de la
necrópolis "el pelao", a menos de un kilómetro en línea recta). Sólo me atrevo a hacer estas conjeturas, a riesgo de decir un disparate.
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Cruz rupestre. |
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Otra de las rocas marcadas con una cruz. |
Si nos fijamos durante el recorrido, también podremos ver varias bifurcaciones en las que el camino se dividía, tomando diferentes destinos, que se pierden en breve entre la vegetación del monte o los campos de cultivo.
Para finalizar, os dejo un "track" para GPS que recorre esta parte de la ¿calzada romada? y sus "carrilás". Podéis descargarlo de wikiloc o del siguiente enlace:
Recorrer este ancestral camino, junto con el otro tramo cercano del que hablé en la
última entrada, nos transportará a épocas pretéritas, en las que el tránsito de los carros por estos parajes debía ser una ardua tarea. Este paseo a pie supone una modesta lección práctica de historia, donde se aprecia y interpreta "in situ" los elementos constructivos de estas antiguas vías de comunicación, todo ello acompañado de las inigualables vistas de la Hoz del Júcar y de Jorquera.
Para finalizar, como os he indicado antes, os sitúo en un mapa el punto inicial cerca del río en el que comienza la ascensión por esta vía ancestral.
Doy fe de lo maravilloso y enigmático de este lugar lleno de historia. Muchas gracias por darnoslo a conocer.
ResponderEliminarY sorprende lo desconocido que es este camino abandonado. Quizá eso y su escaso tránsito es lo que ayudó a su conservación. Recorrerlo es un viaje al pasado, rodeado de paisajes espectaculares en un entorno impregnado de magia ancestral.
EliminarGracias por tu comentario, Paco.
Muy interesante la entrada Jesús, y muy bien documentada con cantidad de fotografías. Muchas gracias y que vengan más entradas...
ResponderEliminarGracias por los alagos Victor, que me animan a seguir recopilando lugares para dilectos lectores como tú.
EliminarMuy agradecido por tu visita.